sábado, 19 de noviembre de 2016


Crónicas desde Damasco (II)
Carlos Paz – Damasco – Noviembre 2016
En la carretera, de camino a Homs, las huellas del conflicto se hacen palpables al poco de dejar Damasco. El paisaje que se ofrece es el habitual del Mediterráneo en esta época del año en que las lluvias aún no han empezado. La visión de los olivos nos acompaña todo el camino.
A derecha e izquierda vamos dejando pequeños pueblos que quienes nos guían, van explicando el papel que han jugado en el conflicto y los horrores que allí se han vivido, dignos de las peores maquinaciones estalinistas. En Adra, por ejemplo, nos cuentan cómo se cometieron mutilaciones indiscriminadas, tanto a hombres como a mujeres y niños; de qué manera tan atroz utilizaron los hornos de las panaderías para quemar a personas vivas; o cómo eran arrojados sin más desde las montañas. Y todo ello llevado a cabo por gentes que en occidente se ha pretendido pasar por “moderadas”, en un principio como “ejército libre”, e incluso parte de nuestras autoridades fueron capaces de darles una cobertura institucional. Un terrorismo que aquí en Siria, a nadie se le escapa que ha sido auspiciado por Estados Unidos, y que sin la ayuda de Turquía y Arabia Saudí, no hubiera sido posible ese monstruo del Estado Islámico.
Poco antes de llegar a Maloula, se ofrece un escenario estepario, de abruptas montañas que hace que la temperatura baje súbitamente. Nos dicen que en pocas semanas nevará, e intento imaginar esta ciudad, de casas escarpadas en las rocas pintadas de azul y arena, cubiertas de blanco, cuando los terroristas se adueñaron del hotel que se encuentra en la parte más alta y cómo desde allí lanzaban neumáticos ardiendo con dinamita y otros explosivos para ir destruyendo las casas. 
Esta ciudad es una de las tres últimas poblaciones que hablan arameo, la lengua de Cristo, y ello propició que sus gentes hayan sufrido de manera especial un enconado odio. Tal vez para borrar su rastro de la historia.
Al llegar nos espera el alcalde de la ciudad, el cual nos muestra, paseando, todos los alrededores. Su nombre significa “entrada” y se comprende cuando intentamos acceder al monasterio de Santa Tecla, al que para llegar se ha de recorrer cientos de metros entre un angosto pasaje que ha dado forma la naturaleza. Aquí, se nos muestra la barbarie en estado puro al contemplar apesadumbrados de qué manera los terroristas han destrozado tantos tesoros artísticos de la humanidad.
En el monasterio de San Sergio (Mar Sarkis), el responsable greco-católico melquita nos explica pormenorizadamente la rica historia del lugar, el origen de algunos recuerdos paganos y asirios, de las impactantes imágenes que decoraban sus muros… y los enormes avances que se están realizando a la hora de reconstruirlo. Entre sus gentes pasamos las horas hasta caer la tarde.
  Miembros del Frente Europeo por Siria con el Alcade de Malula y el resposable del monasterio de San Sergio

De aquí me voy con una inquietud, pues, pese a que el gobierno ha instituido todo un ministerio de “reconciliación nacional”, ¿cómo va a ser posible la convivencia acabada la guerra después de todo lo sucedido? Mañana tenemos prevista una entrevista con el ministro, Alí Haidar, espero que sepa explicármelo.
De vuelta en Damasco, no quiero otra cosa que confundirme entre sus gentes, pasear por el zoco, y evadirme en un café dejando que pase el tiempo admirando a unas mujeres que son las más bellas que haya visto en mi vida.
Fumando una pipa entre amigos, escribo estas líneas.
                                                          Monumento a Mártires en Maloula


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