sábado, 19 de noviembre de 2016

Crónicas desde Damasco (III)
Carlos Paz – Damasco – Noviembre 2016
Pese a pretender exprimir el tiempo aquí en Siria y abarcar todo lo que me sea posible, el intento por ver Palmira ha terminado frustrado. De todas formas confío en que ya habrá ocasión de volver en otro momento.
En estas fechas anochece muy temprano, y por no haber comido hacemos un alto en un pequeño y clásico local damasceno, en donde juntamos el almuerzo con la cena. Allí tenía previsto haberme encontrado con Fernando Sánchez Dragó, con quien hablé acerca de su intención de venir a Siria unas semanas atrás. En su lugar me presentan a un joven documentalista español que, cómo son las cosas, prefiere permanecer en el anonimato, y es quien me posibilita hablar con Badih Koudmani, representante de SMYT, asociación que ayuda a los más desfavorecidos en Siria y con el que me comprometo en encontrar la manera de colaborar con ellos cuando regrese a casa.
Ya en el hotel, quien me acompaña en este viaje ha organizado una entrevista con Eva Bartlett. Una mujer tal vez no muy conocida en España, pese a que seguramente sea una de las cinco periodistas mejor informadas en estos momentos acerca de lo que sucede en Siria. Esta canadiense de probado valor y enteramente independiente, pasó tres años en Gaza documentando el horror que viven los palestinos, y desde 2014 es una de las pocas voces que comunican periódicamente la verdadera situación del conflicto sirio al público occidental.
                                          Miembros del Frente Europeo por Siria con Eva Bartlett


Eva transmite serenidad y verdad. Hacía tiempo que le seguía con interés por Internet y admiraba en la distancia, y ahora la tengo sentada a mi izquierda dispuesta a que le pregunte lo que mejor tenga a bien. Sin duda, un verdadero lujo.
Sus respuestas no hacen más que confirmarme lo que pensaba antes de venir. Me habla pormenorizadamente de la creación del ISIS como obra de Estados Unidos, del soporte de Turquía y Arabia Saudí al terrorismo, de la burla de “las primaveras árabes”, de la intencionalidad del alud migratorio que se ha llamado “refugiados”, de los intereses de Israel (ella habla sin pudor de sionismo) por crear escenarios de inestabilidad constantes en la zona, de la importancia de la información o de la desinformación como de un verdadero frente más de guerra, de cómo realmente Al-Assad no es ese dictador que pintan los medios si no que en verdad constituye el catalizador de este mundo tan interesadamente incomprendido que conforma Siria.
El sonido de las armas automáticas, enteramente perceptible, y la visión de líneas rojas en el cielo que no son otra cosa que proyectiles, interrumpe la entrevista constantemente, y Eva, con un aire de normalidad, me dice que es lógico puesto que el Estado Islámico está a kilómetro y medio de donde nos encontramos.
Distendidamente, terminamos el encuentro y nos prometemos volver a coincidir, aquí o en Madrid, no sin antes confesarme que se dispone al día siguiente a llegar hasta Alepo.

Y como no solo de pan vive el hombre, me lanzo a paladear la noche de Damasco, descubriendo con alegría que la juventud sabe y puede olvidarse por unas horas de todo aquello que durante el día, en estos más de cinco años, les ha roto su existencia. Pero eso, sí que es otra historia.

                                                                 Zoco de Damasco

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